sábado, 2 de marzo de 2013

Naturalizar a Schopenhauer (II)


Me gustaría compartir con vosotros una pequeña reflexión: ¿os habéis planteado alguna vez las enormes semejanzas que existen entre la filosofía de Schop. y las conclusiones a las que está llegando la ciencia moderna? Para no extenderme mucho os propongo un ejemplo concreto:

Es aceptado que la ciencia moderna  reduce la existencia humana (y la vida en general) a un puro proceso evolutivo dado en el espacio-tiempo. Dicha evolución la basan únicamente en procesos mecánicos (naturales) sobre moléculas materiales muy particulares (destacando la molécula de ADN). Esto reduce toda la casuística de la aparición, desarrollo, y conservación de la vida a simples procesos físicos.

Todos los procesos físicos implicados en la ley evolutiva, base de la existencia, se basan tan sólo  en procesos mecánicos actuando en el espacio-tiempo y regidos por las leyes naturales. Pero entre esas leyes naturales  (o regularidades empíricas continuamente observadas ;)) destaca la llamada “segunda ley de la termodinámica”, la cual viene a decir que el mundo(el Universo) tiene una tendencia innata hacia el desorden, el cual DEBE ir siempre e irremediablemente en aumento.

De esta forma la vida (simple proceso natural) parece así consistir en una constante e irracional lucha del propio universo contra su propia esencia. El desorden DEBE aumentar en el mundo, pero existen; sin embargo, ciertas estructuras en el mismo que luchan ciega pero vehementemente contra esa norma: la vida es pues una especie de "deseo" agónico y desenfrenado de orden contra natura, un deseo sinsentido e irracional (y a su vez causa de todos nuestros sufrimientos. Somos seres conscientes, fruto de ese deseo irracional de orden (clara equivalencia con la máxima objetivación de la Voluntad propuesta por Schop.); y nuestro sufrimiento es causado por nuestra obligación de satisfacer esa necesidad irracional). Nuestro sufrimiento es causado así por una constante necesidad de satisfacción hacia nuestra esencia. Parece ser que nuestro sufrimiento es causado por alguna especie de lucha interna en la esencia del mundo: por una parte se exige el desorden, pero por otra se busca el orden. Vamos, es que es algo calcado a la propuesta Schopenheriana de una Voluntad en sí que muestra una lucha fenoménica contra sí misma.

Yo realmente veo tras la ciencia moderna una aproximación equivalente a la filosofía de Schop., sólo que nuestro autor partió del estado del arte filosófico-científico de su época, y lo hizo lo mejor que pudo. No comparto, como sabes, el modo en que llegó el autor a sus conclusiones, aunque sí veo muy justificada sus principales conclusiones revisadas bajo la ciencia actual.
La base filosófica de Schop. fue una extraordinaria proeza teniendo en cuenta la época en que vivió el autor (muy especialmente su postura pesimista del mundo). El pesimismo que Schop. inauguro debería estar hoy, gracias a la ciencia; más vivo y vigente que nunca. Sorprende el hecho de que no sea así. Claramente la poca cultura filosófica entre los científicos y la poca cultura científica entre los filósofos tenga gran parte de culpa.

Estoy convencido de que en algún momento, un Schop. moderno, con el carisma suficiente, naturalizará la obra de Schop. y restaurará su filosofía, aunque debidamente actualizada a los tiempos que corren.

Bueno, no me enrollo más :).

Un cordial saludo, amigos.