viernes, 28 de febrero de 2014

Contemplación budista sobre la muerte


CÓMO MEDITAR EN LA MUERTE

Primero realizamos la siguiente contemplación:


Mi muerte es inevitable y no es posible impedir que mi cuerpo degenere. Día a día, momento a momento, mi vida se va consumiendo. La hora de mi muerte es incierta, puede llegar en cualquier instante. Algunas personas jóvenes mueren antes que sus padres, otras nada más nacer, no hay certeza en este mundo. Además, existen innumerables causas de muerte prematura. Muchas personas fuertes y sanas pierden la vida en accidentes. Nadie puede garantizarme que no me vaya a morir hoy mismo.

Después de reflexionar de este modo varias veces, repetimos mentalmente: «Quizá me muera hoy, es posible que me muera hoy», y nos concentramos en la sensación que nos produce este pensamiento. Transformamos nuestra mente en este sentimiento: «Quizá me muera hoy, es posible que me muera hoy», y nos concentramos en él de manera convergente durante tanto tiempo como podamos. Hemos de realizar esta meditación una y otra vez hasta que creamos cada día de manera espontánea que «es posible que me muera hoy». Finalmente llegamos a la siguiente conclusión: «Puesto que he de marcharme pronto de este mundo, no tiene sentido que me apegue a los disfrutes mundanos. En lugar de desperdiciar mi vida, a partir de ahora voy a dedicarla a practicar el Dharma con pureza y sinceridad».

El origen de todos nuestros problemas diarios son nuestros propios engaños, como el apego.[...] Como resultado padecemos con asiduidad diversas clases de desgracias y sufrimientos sin cesar. Cuando nuestros deseos no se cumplen, por lo general generamos sensaciones desagradables, como por ejemplo, de infelicidad o depresión; y tenemos estos problemas porque estamos muy apegados a que se cumplan nuestros deseos. Cuando perdemos un buen amigo sentimos dolor y tristeza, pero es solo por el apego que le tenemos.Cuando perdemos nuestras posesiones, posición social o reputación, sentimos tristeza y nos deprimimos, y es también por el apego que tenemos a todo ello. Si no tuviéramos apego, no habría ninguna base para experimentar estos problemas.

[...] Si pensamos de este modo, podremos vivir en el mundo convencional sin aferrarnos a él. No le daremos tanta importancia y tendremos flexibilidad mental para responder ante todas las situaciones de manera constructiva. Si sabemos que todo lo que percibimos es una mera apariencia, cuando percibamos objetos atractivos, no nos aferraremos a ellos ni sentiremos apego, y cuando percibamos objetos desagradables, tampoco nos aferraremos a ellos ni sentiremos aversión u odio.

Fuente: Budismo Moderno, de GUESHE KELSANG GYATSO.

Esta línea budista de pensamiento, me recuerda enormemente a la postura tomada por Albert Camus ante la realidad absurda. El absurdo de Camus bien se puede comparar a esa contemplación budista sobre la muerte. El mundo es aparente y nuestra mente no puede comprender racionalmente su sentido, ni siquiera la ciencia puede ayudarnos, puesto que se termina perdiendo en metáforas o, peor aún, nos lanza al nihilismo propuesto por las ciencias de la biológica. Necesitamos una razón pero nos topamos con un mundo irracional. Por otro lado, además; tenemos la terrible certeza de nuestra cercana muerte, ¡y sin embargo todos vivimos vehementemente aferrados a nuestros problemas mundanos, como si no fuera posible que hoy fuese el último día de nuestras vidas! Este es el absurdo que Camus descubre, pero del que ya hablaba el budismo siglos antes.

Y ante este desagradable destino que nos es impuesto, Camus propone el total desprecio. Un desprecio, que consiste simplemente en abrazar una absoluta falta de estima por todo; es decir, en rechazar el apego por completo. Nada merece nuestra estima, nada tiene valor; ¿por qué desesperar o deprimirse si todo es pasajero e ilusorio? Si ninguno de nuestros logros o fracasos, de nuestras dichas o desdichas, va a trascender nuestra inminente muerte, ¿qué puede merecer nuestro aprecio lo suficiente como para causarnos desesperación?

Camus y el Budismo, por lo tanto; proponen la misma solución al problema de nuestro sufrimiento: ningunear o despreciar la causa de nuestro dolor.

Un saludo.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Sobre el absurdo


Si hay algo de lo que podemos estar seguros en la vida, es de la futilidad de la misma. Un claro destino nos aguarda a todos, y no es otro la que muerte: el cese de nuestra existencia.

Y no se trata de hacer poesía pésima o una pésima poesía, sino de aceptar la levedad existencial tal y como se nos aparece, de mirarla cara a cara como el hecho indiscutible que es. Acaso cien mil millones de personas hayan existido y desaparecido ya de la Tierra: de su paso por la existencia no tenemos el más mínimo rastro.

Pero nadie se da por aludido. A pesar de la evidencia, nadie cree en su próximo final; todos se afanan vehementemente a los problemas diarios que nos acechan: somos, como el condenado a la pena de muerte que espera la pena capital en su celda, preocupado por la fidelidad de su mujer.

En fin, que todos vivimos, y yo me incluyo, como si no tuviésemos la certeza de la muerte por venir; quizás porque no lo podamos evitar. Desde la neurociencia nos dicen que todos estamos "programados" para vivir en el optimismo: y no importa lo absurdo del asunto, hay que ser "positivos": parece ser un mandato biológico.

Sin embargo, este mandato biológico no puede anular por completo nuestro razonamiento absurdo. El absurdo está ahí, sólo que nos negamos a verlo: algo así como cuando miramos hacia otra parte al ver pasa un coche fúnebre por la carretera. Es necesario mirar hacia otra parte, porque es necesario mantener el optimismo; debemos ocultar el absurdo a nuestra conciencia tanto como sea posible.

Pero la percepción de una falta de sentido racional para el mundo se nos acaba presentando tarde o temprano a todos; fundamentalmente ante la irracionalidad observada en nuestro origen natural: queremos comprender por qué y para qué tanto dolor y sufrimiento, ¿hacia que extraña meta se dirige esa constante lucha diaria por mi supervivencia y la de mis seres queridos? Ante la búsqueda de esta razón, nos encontramos sin embargo con la sinrazón. Nuestro origen es natural, lo sabemos desde Darwin, pero la propia naturaleza es irracional: en otras palabras; el mundo es nuestro creador, pero es un creador irracional y ciego al sentido. Por lo tanto, las cosas son como son, y no hay más respuesta que esta.

Pero nadie se preocupa de esta situación absurda, salvo en esos raros momentos en que nos paramos a filosofar. Sólo en esos momentos somos verdaderamente conscientes de nuestra trágica realidad...y nos limitamos a mirar rápidamente hacia otro lado. Porque, además; ¿qué otra cosa se puede hacer ante la trágica angustia que surge en esos contados momentos?

El problema es la desesperanza: la idea de inutilidad práctica que aparece ante la falta de un sentido esencial ante todo lo que hacemos. Pero no hay que esconderse tras el optimismo; ni es necesario inventar falsos ídolos metafísicos, ni pretender otra vida menos absurda en un más allá de esta existencia nuestra: se puede afrontar la desesperanza, simplemente mediante el desprecio.

Albert Camus ya nos lo adelantó: “No hay destino que no se venza con el desprecio”. Y realmente hay que despreciar nuestra realidad absurda: si no podemos mirar hacia otro lado, y tampoco podemos dejarnos engañar con ilusorias fantasías redentoras, la única salida es quitar valor a la propia existencia: en otras palabras, comprender que nada importa realmente, y que todo está bien.

El reconocimiento de la futilidad y la insignificancia de nuestra existencia, y de todas nuestras acciones, nos libera del aprecio, y nos permite, al mismo tiempo, alcanzar la aceptación del absurdo.

Aceptar el nihilismo nos libera de la angustia; más quizás, que los dogmas de cualquier religión imaginable: nada nos parece ya importante, porque aceptamos que nada tiene sentido, que todo esta bien; se trata pues, de experimentar la existencia mientras la poseamos: y no importa la calidad de estas experiencias vividas; porque nada tiene valor, sino que lo importante es la cantidad.

Se trata simplemente de dejarse llevar: nada merece nuestro aprecio, porque nuestro destino es despreciable; pero eso no debe atormentarnos, sino que debe liberarnos: nada de lo que nos ocurre a diario tiene importancia, porque nuestro insoslayable y fatal destino se encargará, sin excepción, de anular todo su posible valor con el transcurrir del tiempo:

Dentro de cien años, nadie recordará nuestros problemas; ni nuestros logros o fracasos: ¿Qué importancia puede tener, pues, nada de lo que nos acontezca? ¿Qué importancia puede tener nuestras dificultades o contrariedades? ¿Hay lugar para la depresión o la desesperanza ante este destino? ¡Claro que NO!

¿Qué cosa podría tener el suficiente valor como para poder afectar nuestro humor ante esta fatal evidencia? ¡Nada! ¡Nada puede deprimirnos, porque nada merece nuestra estima! ¡Todo nuestro ser, y todas nuestras circunstancias son efímeras!

Se trata, por lo tanto; de existir simplemente; de aceptar todo lo que nos pueda suceder durante este leve viaje hacia ninguna parte, ¡y de aceptarlo con agrado! Hay que admitir el absurdo tal y como se nos aparece: sin reproches.


domingo, 23 de febrero de 2014

"La peste", de Albert Camus


Hoy he terminado de leer la novela "La peste", de Albert Camus (http://es.wikipedia.org/wiki/La_peste).

Es la segunda vez que una novela consigue sacarme las lágrimas (soy una nenaza, ya lo sé), y la segunda vez que lo consigue el mismo autor. Esta obra es impresionante: no me extraña que le diesen el Nobel de literatura; no creo que nadie lo haya merecido más que él.

En la novela, la peste representa el absurdo mismo de la vida; pero lo hace de un modo tan claro; que es imposible mirar hacia otro lado, como todos hacemos a diario cuando vemos pasar por ejemplo un coche fúnebre por la carretera. La novela nos obliga a mirar cara a cara la irracionalidad misma de la vida, la evidente falta de un sentido superior, y el fatal destino que nos espera a todos a la vuelta de la esquina.

Os dejo un fragmento de la obra que podéis estar seguros se está REPRESENTANDO en numerosos lugares del mundo en este mismo momento; aunque con personas reales y con un sufrimiento igualmente real:

"Todos esperaban. El niño, con los ojos siempre cerrados, pareció calmarse un poco. Las manos que se habían vuelto como garras arañaban suavemente los lados de la cama. Las levantó un poco, arañó la manta junto a las rodillas y de pronto encogió las piernas, pegó los muslos al vientre y se quedó inmóvil. Abrió los ojos por primera vez y miró a Rieux que estaba delante de él. En su cara hundida, convertida ya en una arcilla gris, la boca se abrió de pronto, dejando escapar un solo grito sostenido que la respiración apenas alteraba y que llenó la sala con una protesta monótona, discorde y tan poco humana que parecía venir de todos los hombres a la vez. Rieux apretó los dientes y Tarrou se volvió para otro lado. Rambert se acercó a la cama junto a Castel, que cerró el libro que había quedado abierto sobre sus rodillas. Paneloux miró esa boca infantil ultrajada por la enfermedad y llena de aquel grito de todas las edades. Se dejó caer de rodillas y a todo el mundo le pareció natural oírle decir con voz ahogada pero clara a través del lamento anónimo que no cesaba: "Dios mío, salva a esta criatura."

Pero no es una novela desagradable, aunque lo parezca. En ella también se descubre la incansable lucha humana contra el sinsentido; la colaboración y la hermandad que compartimos en sociedad, y la amistad y el amor que surgen de entre medio de tanto dolor.

En un momento, un personaje de la obra dice:

"Pero la cosa es así. Los otros dicen: "Es la peste, ha habido peste." Por poco piden que les den una condecoración. Pero, ¿qué quiere decir la peste? Es la vida y nada más."

Es la vida; el absurdo no es la peste o un accidente de tráfico, el absurdo es la vida misma...y nada más.

Por cierto que el propio autor, Camus; murió de la forma más absurda imaginable, precisamente en un accidente de tráfico: parece que incluso el destino, de esa manera, le permitió darnos un último ejemplo de este absurdo que a todos nos rodea.


Sobre una posible existencialidad trascendente

Transcribo a continuación parte de un debate ocurrido en el blog de Jesús Bonilla a propósito de la posibilidad metafísica (http://abordodelottoneurath.blogspot.com.es/2014/02/como-cambio-con-darwin-nuestra-vision.html):

En concreto, voy a transcribir mi último comentario que, creo, resume bien mi postura, y la postura del resto, en el debate:

Hola, Sursum:

Imagine usted lo siguiente (ya no recuerdo si le tuteaba o no, da igual):

¿Ha visto usted los modernos videojuegos en 3D de acción, donde un personaje va recorriendo su "mundo" y realizando diferentes acciones? En esos videojuegos hay personajes que se mueven como por "voluntad" propia, y que se rigen por una "inteligencia artificial programada".

Imagine que, en la Play Station 10 o en la Play Station 100, da igual; se consigue que esos personajes adquieran una inteligencia tal, que tomen conciencia de su "realidad": vamos a suponerlo como cierto, pese a los matices que hay sin duda que hacer:

Esos personajes, sin duda verán un "mundo" con regularidades (leyes) las cuales podrán comprender y utilizar para hacer predicciones "fenoménicas" y demás. Se podrán comunicar entre ellos mediante un lenguaje, y en un debate entre dos o tres de estos "seres" podría surgir algo parecido a nuestro debate aquí:

- Uno de ellos (un Samu virtual) propondría que más allá de esos fenómenos que les aparecen regularmente a todos, podría haber o existir otra realidad, OTRO mundo del que no tendrían noticias y que estaría más allá de sus posibilidades cognitivas. Este Samu virtual de la Play Station 100 argumentaría que es POSIBLE que hubiese algo más allá de lo que ven y entienden, aunque poco más se pueda añadir sobre el asunto:

Y aunque ese Samu virtual no puede, de hecho, hacerse la más mínima idea de todo eso que CREE que es POSIBLE que le trascienda, a pesar de que no puede comprender ni entender ni interpretar ni siquiera imaginar eso que PROPONE como POSIBLE de existir más allá de su mundo; vemos que, al menos en esta caso que propongo, tendría razón y que habría un más allá: su realidad trascendente, sería nuestra realidad cotidiana.

Yo personalmente, amigo, creo que este ejemplo demuestra claramente la posibilidad de que exista algo más allá de nuestro mundo fenoménico. Y que, aunque discernir una verdad de una falsedad trascendente es imposible, que es una especulación sin utilidad práctica; aún así, cuando hacemos metafísica, hablamos sobre POSIBILIDADES que nadie puede rechazar más que con una FE CONTRARIA.

Por eso le digo que yo creo que su vehemencia contra TODA POSIBILIDAD trascendente es también pura especulación; una creencia ciega que pongo al mismo nivel de la creencia de Enric por su dogma cristiano:

Ese posible Enric virtual de la Play 100, erraría al pretender conocer lo trascendente desde sus sentimientos y pasiones virtuales, porque finalmente aquí en lo trascendente no hay Jesús ni trinidades; y sus sentimientos finalmente eran sólo parte de la programación de su "ser". Pero también erraría ese Sursum virtual, que proponía que no había nada más allá de los fenómenos de su mundo y su regularidad predictiva, porque fíjate todo lo que HAY más allá de su mundo:

¡Ojo! no digo que nuestro caso sea idéntico, no estoy pretendiendo justificar que vivimos en Matrix, sino la posibilidad existencial metafísica. Igual en nuestro caso, tienen ustedes razón Enric o Sursum, pero no hay modo de conocer esa verdad, ni de negar cualquier posibilidad más que con palabrería. Lo honesto y lo humilde, es permanecer en la duda, sin atreverse a ir más allá.

Un saludo, amigos.


- Actualizo:

Como a estas dos personas con las que debato, no le conviene el escepticismo; ambos me han atacado en ese punto. Aunque se puede ver el debate completo en el blog en que debatimos, dejo a continuación mi respuesta:
Amigos, Enric, y Sursum:
Agradezco el esfuerzo que ambos ponen en "refutar" mi escepticismo para vuestro propio provecho, pero lo veo un acto inútil e incongruente:
Es cierto que yo afirmo algo desde mi limitada "realidad humana", pero precisamente mi afirmación se basa en la PURA POSIBILIDAD, y ésta, no es más que una negación de mi capacidad de alcanzar un conocimiento efectivo, para un tema determinado: por lo tanto, yo sólo AFIRMO que NO SÉ NADA. 
Ustedes son los que realmente pretenden trascender lo humano con vuestras abstracciones que creen certeras: Uno, no sólo cree poder trascender; sino que incluso se atreve a afirmar que con certeza conoce dicha transcendencia y la relaciona con un cuento escrito hace 2000 años por alguien. El otro, cree conocer con certeza que no hay nada que trascender más allá de la "realidad humana"; cree tener la prueba irrefutable de que no hay Dios: usted merece un premio Nobel, amigo.
En fin; que ambos pretenden conocer la Verdad sobre lo trascendente, e incluso se atreven a atacar mi duda, que no les conviene. 
Pues yo no me atrevo con tanto, lo siento mucho. Yo soy el único que creo que realmente está aceptando la limitación del conocimiento humano: Yo no afirmo, más que para negar conocimiento; si digo que es POSIBLE que haya un unicornio en la Galaxia de Andromeda, o que haya un Matrix que genere la naturaleza, o que exista Dios y que este sea Jesús, Alá o Buda, sólo estoy diciendo que NO SÉ, QUE NO PUEDO decir que existan o que no existan tales cosas desde mi condición. 
Nunca me habían atacado mi escepticismo desde una postura tan incongruente como la vuestra. Aunque bien pensado, atacar el escepticismo es en sí mismo incongruente.
Un saludo, amigos.


domingo, 16 de febrero de 2014

Sobre el "suicidio filosófico"


Hace poco he estado debatiendo en un blog con un estupendo filósofo, que sin embargo, cae en la fe irracional cristiana. Al preguntarle sobre el hecho de cómo es posible que siendo tan buen filósofo como es, termine en la creencia irracional, me contestó lo siguiente:

Solo puedo decirle qué hizo “que mi alma se infectase de la creencia cristiana” hasta el punto de formar parte de manera explícita de la Iglesia católica en una de sus ordenes.
El motivo es que en el Dios cristiano “la relación causal” con que se “acercaba” a mí, era personal. No era de un “Dios-que”, sino un “Dios-quien”. El Dios cristiano, como infinidad de veces se ha dicho, se hace hombre, Dios es Padre, y es hijo, no es el hombre quien va a Dios, sino que es un Dios que va al hombre.
Ello formó en mí, una pura probatura ejercida desde una tímida fe de como realizar esa relación personal en mi vida. Yo no sentí ese enamoramiento que algunos místico nombran, lo mío fue tímido y de entrada poco favorable a una continuación religiosa. (Digo probatura: ¿Cómo sabes si ese pastel es bueno? Probándolo).
En esa probatura van incoados todos los momentos morales que no es necesario recordar aquí y que son muy propios del cristianismo. Fui haciendo de partes de mi vida, una relación tensional de entrega a Dios, de dudas y más dudas . Esta relación era personal, era con un Dios-Padre, no con un Dios Zeus, o Thor, o Alà. No era una relación causal (como la de las cosas de la ciencia), y como esos tres últimos dioses. Si de causalidad hay que hablar, hablaría de una causalidad personal. Personal.
El conocimiento personal de ese Dios, no es científico pues, ni lógico, ni argumentativo… es una acto de entrega de una persona a otra persona. De un hijo con su padre, que se confirma en la realización personal en la vida de cada dia.
Mi respuesta ante tales afirmaciones fue la siguiente:

Amigo mío, en resumen se puede decir que tienes fe en el Dios cristiano, porque es el tipo de Dios que te reconforta; porque contiene las características justas que necesitas para satisfacer tus necesidades personales. Tu necesidad de consuelo te hace llegar al cristianismo, porque es precisamente esta religión la que te ofrece el consuelo que necesitas.

Perdóname que te diga, amigo; que esta postura tan subjetiva me decepciona un poco. Pensé que basabas tu fe en algún tipo de "argumentación" que partía de las ideas filosóficas que has mostrado en tus comentarios previos.

Sin embargo, lo que veo es algo similar a lo que Albert Camus defendía como el salto a lo irracional que toman algunas personas al ser conscientes del absurdo del mundo. Yo creo (a partir de tus comentarios) que te ves incapaz de comprender el mundo, que tu escepticismo te hace pensar que el conocimiento verdadero es imposible, y que el uso de la razón no puede explicar el universo. Tu naturaleza (a los demás nos ocurre igual) te empuja a pretender entender lo absoluto y la unidad, pero chocas con un mundo imposible de conocer de este modo.

Eres el prototipo perfecto del "suicidio filosófico" propuesto por Camus: simplemente contradices ese sentimiento absurdo renegando de la razón y girando hacia un Dios-hombre que finalmente te "salvará".

Sin embargo, no te juzgo por ello. Ya me gustaría a mí poder consolarme de este modo; pero mi mente no me lo permite. Sólo consiente en mantenerme en el absurdo; en aceptarlo tal y como es. Pero tampoco es mala postura: No tengo vanas esperanzas ni espero un Padre que me consuele; pero tampoco lo preciso; la propia conciencia del absurdo me hace libre, no necesito de románticas esperanzas, y el propio acto de reconocer el absurdo es todo lo que necesito para salvarme.

Por lo tanto, en el fondo me alegro por ti; este salto de fe es lo que te ayuda a sobrellevar esta vida absurda; y aunque no comparta tal salto, no te lo reprocho: si acaso puedo reprochar a esos creyentes que pretenden convencer a los demás de que den el salto junto a ellos, cuando lo justo es dar libertad a cada cual para que afronte este destino absurdo a su modo.

Un saludo.
  

sábado, 15 de febrero de 2014

Sobre la teoría de Darwin, y sus consecuencias en la probabilidad Divina


Hay muchas personas que pretenden afirmar lo siguiente, a propósito de la evidencia de nuestro origen evolutivo natural:

"aceptar la evolución como un proceso natural, no IMPLICA que la CAUSA de que los seres vivos tengan las maravillosas adaptaciones que tienen NO sea un PLAN procedente de una "inteligencia transcendente" (sea lo que sea lo que pueda significar esto); pero elimina una de las RAZONES que había para pensar que fuese así, y por lo tanto, hace menos PROBABLE que lo sea."

Y esto, con perdón, no es cierto. No se elimina una de las razones para pensar que fuese así, en absoluto. Hay millones de creyentes que aceptan a la vez a su Dios y a la evolución, ya que proponen que la evolución es un mero acto orquestado por su Dios desde el inicio mismo del mundo: ¿realmente somos capaces de negarles con fundamento que esto no sea así? Y si no lo podemos negar, ¿como defender que con Darwin se elimina una razón para pensar que nuestra existencia no es fruto de un plan divino?

Darwin lo único que hizo fue desplazar el "misterio" de nuestro origen a un pasado más remoto, pero que termina igualmente en un punto creacionista: el creacionismo del espacio-tiempo, y las leyes naturales en este caso. Ahora comprendemos el proceso natural por el que se origina el hombre, pero no comprendemos el origen de este proceso natural QUE BIEN PODRÍA, PESE A DARWIN, SER CONSECUENCIA DE UN PLAN TRASCENDENTE. 

Al que no acepte esto que digo, yo le propongo lo siguiente: la probabilidad permanece como siempre; y si realmente quieres negar esto yendo más allá de una creencia subjetiva tuya, debes primero legitimar o justificar tu afirmación de que Darwin eliminó una razón para pensar que nuestro origen sigue un "plan" trascendente: debes demostrar una incompatibilidad entre nuestro origen evolutivo natural y el origen trascendente de ese proceso natural.

En otras palabras: deberías demostrar que es incongruente aceptar a Dios como el creador del mundo natural que da origen posteriormente al proceso evolutivo...

No creo que puedas, por supuesto; y es que la posibilidad metafísica permanecerá como siempre, inalterada. La probabilidad de un origen metafísico, por mucho que comprendamos nuestro mundo natural, va a estar siempre indeterminada. Aquí aplica de nuevo el principio de indiferencia: la probabilidad de Dios dependerá de cuantas posibilidades nos molestemos en enumerar: en el caso básico "Dios existe" o "Dios no existe", pues tenemos 1/2 de probabilidad para cada caso, y así será por siempre jamás.

Evidentemente, yo no soy creyente ni ateo, sino agnóstico.

Un saludo.

viernes, 14 de febrero de 2014

El mito de Sísifo, de Albert Camus


Me gustaría recomendaros un libro que acabo de terminar de leer y que, para mí, ha supuesto una completa revelación: "El mito de Sísifo, de Albert Camus".

Es algo increíble. Una obra que recordaré toda mi vida. Si no tenéis nada que leer, os la recomiendo, como nunca le he recomendado algo a nadie: aquí tenéis un resumen por si no estáis seguro de si os gustará el tema tratado: http://es.wikipedia.org/wiki/El_mito_de_S%C3%ADsifo

Gran parte de nuestra vida está fundamentada en la esperanza en el mañana, a pesar de que el mañana nos acerca más a la muerte. Las personas viven como si no tuvieran la certeza de la muerte.

Una vez despojado de sus romanticismos comunes, el mundo es un lugar extraño e inhumano; el conocimiento verdadero es imposible y el uso de la razón y la ciencia no pueden explicar el universo: sus intentos terminan siempre en abstracciones sin sentido, en metáforas. “Desde el momento en que se le reconoce, el absurdo se convierte en una pasión, en la más desgarradora de todas.”

No es el mundo el que es absurdo, tampoco el humano: el absurdo surge cuando la necesidad del humano por entender se encuentra con la irracionalidad del mundo, cuando “mi apetencia de absoluto y de unidad”, se encuentra con “la irreductibilidad de este mundo a un principio racional y razonable.”

Camus esboza el mito de Sísifo, quien desafió a los dioses y como castigo le dan la tarea de cargar una roca hasta lo más alto de una montaña, desde donde la roca cae; y Sísifo debe regresar a la parte baja de la montaña para volver a cargar la roca hasta lo más alto, y así por toda la eternidad.

“El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace consciente.”

Camus se muestra interesado en los pensamientos de Sísifo mientras marcha de regreso a la parte baja de la montaña, a comenzar de nuevo. Ése es el momento verdaderamente trágico, cuando el héroe se vuelve consciente de su condición miserable. No tiene esperanza, pero “no hay destino que no se venza con el desprecio.”

Reconocer la verdad la conquistará; Sísifo, igual que el hombre absurdo, continúa empujando.

Y aquí viene la clave de su filosofía:

Camus asegura que cuando Sísifo reconoce la futilidad de su tarea y la certeza de su destino, es liberado para darse cuenta de lo absurdo de su situación y para llegar a un estado de aceptación. Con un guiño al héroe griego condenado de forma similar, Prometeo, Camus concluye que “todo está bien”, y que “hay que imaginarse a Sísifo feliz.”


Un saludo.


Sobre la probabilidad eventual futura


Últimamente, he estado debatiendo sobre la cuestión de la equiprobabilidad o no equiprobabildad sobre los eventos por venir. En si el hombre posee la capacidad o no, de hablar con propiedad del conocimiento de algunos eventos futuros, más o menos probables que otros.

El debate se ha desarrollado en el siguiente blog y artículo: http://abordodelottoneurath.blogspot.com.es/2014/02/la-viagra-de-hume.html

Hay que partir del hecho de que, en esta conversación, todos los participantes aceptamos como premisa que el proceso de inducción es una falacia lógica.

Mi participación en el debate, parte de tomar como cierto el siguiente principio:

En el caso de lanzar una moneda al aire, asignar 1/2 a la probabilidad de cada evento final, se debe a una indeterminación práctica causada por la teoría del caos (el principio aplica aquí debido a la imposibilidad práctica de obtener información sobre el comportamiento futuro de la moneda); en el caso de proponeros qué contendrá una caja que tengo aquí en mi casa, el contenido será "algo concreto", con un 1/n de probabilidad: siendo n la cardinalidad en la enumeración que me hagas de las cosas que imagines posibles de meter en la caja. En este caso, el principio de indiferencia aplica por la falta de información espacial (no tenemos acceso físico a la caja).

Y finalmente, tenemos el caso de lo porvenir. El futuro es sin duda un constructo de nuestra mente, una idea imaginada: el mundo cambia, el mundo se mueve; así lo hemos experimentado mil veces, y así esperamos que siga ocurriendo: que exista un mañana distinto del hoy. Pero esa idea de cambio es todo lo que tenemos; del contenido efectivo de ese mundo que "vendrá" (o no) nada sabemos: no tenemos información efectiva alguna de su contenido. Del devenir sólo somos conscientes cuando ya es, por lo que lógicamente está indeterminado hasta que el cambio ocurre:

Para tales eventos por venir, para esos cambios "esperados", no hay información alguna, puesto que no tenemos acceso alguno a ellos, ni espacial ni temporalmente: ¿cómo no aplicar el principio de indiferencia aquí también? ¿cómo propones que alguna vez podremos romper la equiprobabilidad que suponen esa desinformación e indeterminación absoluta?¿sólo a partir de esa reducción al absurdo de tan dudosa validez pretendes negar esta evidencia (ver el artículo del que parte este debate para más información)?

Nunca vas a pasar del 1/2 al pretender conocer qué ocurrirá al tirar una moneda, ni vas a pasar del 1/n al pretender "adivinar" qué tengo aquí guardado en mi caja (siendo n el número de eventos posibles que nombres), y por supuesto jamás pasarás más allá del principio de indiferencia cuando intentes hablar sobre las probabilidades de ese porvenir imaginado.

Y es que esa es la clave: cuando hablamos sobre un evento futuro, sólo estamos imaginando; generando ideas fantasmas sin otra base, más que la suposición de que lo que será se asemejará a lo que ya ha sido: y si no se acepta tal suposición, si se la toma como una falacia, no queda más que la probabilidad 1/n (con n aumentando conforme vayamos nombrando nuevas "posibilidades" imaginadas).

Huelga decir, que no es justo trampear el argumento, afirmando que ese n propuesto es infinito. n hace referencia al número de ideas posibles propuestas en un momento determinado: si propones sólo un evento y su contrario (mañana se seguirá cumpliendo la 2ª ley de la termodinámica o mañana no se seguirá cumpliendo esta ley) hablaremos de 1/2 en la probabilidad de ambos eventos (¿Alguien se siente capaz de sesgar esta probabilidad sin hacer uso de la inducción?).

Conforme enumeremos propuestas, n irá en aumento, y podrá alcanzar una cardinalidad muy grande, si es que tenemos la paciencia de ir apuntando más y más posibilidades...pero nunca será un conjunto infinito de ideas. Haría falta una eternidad para enumerar infinitas posibilidades.

Repito: mañana; mi peso será de 90 Kg, o de 90,1 kilos, o de 90,10012 Kilos, o de 100 kilos o de 1 millón de kilos (todo depende de que la constante de gravitación universal permanezca constante o de que cambie más o menos), pero ¡ojo! hasta ahora, la indeterminación de qué ocurrirá con la constante de gravitación mañana, sólo me permite afirmar lo siguiente: la probabilidad de que mañana pese 90 Kg, 90,1 Kg, 90,10012 Kg, 100 Kg,ó 1 millón de kilos es de 1/5 para cada una de ellas: sin más información, y sin hacer uso de la inducción pasada, ese 1/5 es todo lo que puedo afirmar con fundamento. Y a aquel que lo niegue, sólo le propongo que me justifique, de algún modo, una diferencia en la probabilidad de alguno de esos 5 pesos que propongo para mí, mañana.

Si ahora añado, que quizás mañana pese 89,5167845 Kg, pues estaremos hablando de 1/6 para cada posible peso. Y así podemos seguir hasta que nos aburramos; esto es todo lo que podemos hacer.

Da igual si el peso físico se corresponde con un número real o no, da igual si las posibilidades para mi peso mañana son o no infinitas, la total desinformación futura y la falacia inductiva, hacen que sólo podamos idear e imaginar una serie finita de posibilidades (de cardinalidad n) y otorgar, a posteriori, una probabilidad de 1/n a cada una de ellas.


Un saludo, amigos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Código de ejemplo sobre cómo capturar y guardar en un servidor remoto los mensajes de WhatsApp de cualquier dispositivo Android


Hace unos días he publicado en otro de mis blogs, un modo efectivo que he descubierto, de capturar y almacenar remotamente mensajes y conversaciones WhatsApp de cualquier dispositivo móvil, mediante un servicio de accesibilidad.

He escrito un artículo explicando el funcionamiento del método que he encontrado para hacer estas capturas: Sólo necesitas saber lo justo de programación nativa en Android, como para configurar un par de variables y generar el apk a instalar en el móvil del que se quiera capturar las conversaciones de WhatsApp. También es necesario que sepas montar una sencilla web en un servidor que pueda ejecutar PHP (el código de la web también lo proporciono). El enlace a mi artículo es el siguiente:

http://algoritmoevolutivo.blogspot.com.es/2014/02/codigo-de-ejemplo-sobre-como-capturar-y.html

Espero que el código os resulte interesante. Si vais a utilizarlo o a divulgarlo, por favor, recuerda comentar la fuente(enlaza a mi blog, por favor ;) ).


  • Advertencias legales :).

No voy a negar que con este código fuente se pueden hacer cosas de dudoso carácter ético e incluso legal: espiar novios, hijos o amigos, y demás. No es esa la intención que persigo en absoluto. Yo sólo trato de explicar un método que he averiguado que permite capturar y almacenar remotamente conversaciones WhatsApp, pero no aconsejo a nadie en absoluto a utilizar estas funciones para faltar a la intimidad de nadie. Cualquier responsabilidad que surja a partir de este código fuente que muestro, recae por completo en el usuario que lo compile y lo utilice para cualquier fin ilegal.