lunes, 24 de agosto de 2015

El día en que morí

"Cuando yo ya no esté, no habrá más rosas, cipreses, labios rojos ni vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos, alegrías ni penas. El universo no existirá, pues su realidad depende de nuestro pensamiento."
Omar Khayyám (1048-1131)

El día en que morí

     Ocurrió hace algo más de un año, en una clínica privada de mi localidad. El proceso fue rápido, en apenas unos segundos, una sustancia química llamada Propofol (C12H18O) invadió mi torrente sanguíneo forzando, al llegar al cerebro, un mal funcionamiento generalizado del mismo. 
   Esa anestesia me produjo un estado de coma inducido, y no hay duda de que estar en coma es el modo más radical de perder la consciencia que tiene un ser humano; modo que que sólo se diferencia de la muerte en que ésta es definitiva, mientras que el coma es en ocasiones reversible.
   Así que, como digo, aquel día caí en coma farmacológico, lo que se puede entender como que morí por un rato (el tiempo que mi cuerpo se las apaño para eliminar la toxina). Pasé del ser a la nada; para enseguida volver a la existencia: y esto fue revelador, porque había experimentado con la muerte...¡y no era para tanto!



¿Qué es la conciencia?

   Una de las teorías científicas más aceptadas hoy día, sugieren que la conciencia es el resultado de la suma e integración de la información (eléctrica) aportada por las distintas regiones cerebrales. Y ya hemos visto que la anestesia funciona precisamente porque impide (o inhibe) esta intercomunicación neuronal, lo cual es una firme evidencia neurobiológica a favor de esta teoría que nos habla sobre cómo el cerebro da lugar a la conciencia.

La muerte entendida como una transición

   Por lo tanto, la muerte podría no ser más que una transición más; una mera transición desde la conciencia hacia la nada, del pensar al no pensar (cosa que ya el propio Descartes relacionó con el existir o no existir). En este sentido, tan muertos hemos estado antes de nacer (hasta el momento en que las  conexiones neuronales despertaron nuestro ser),como lo estaremos cuando dichas conexiones dejen de mantenerse materialmente estables en el tiempo. Ambas cosas vendrían a ser lo mismo.

   Y es que, si durante un coma farmacológico, o incluso durante un dormir profundo (como el que ocurre cada noche por 45 minutos durante la fase de sueño Delta), repentinamente nuestro cuerpo llegase a morir, posiblemente ocurriría una continuación eterna de ese estado de inconsciencia...¡y nada más! Sería parecido a un sueño eterno: es decir, que posiblemente, tras el momento en que nuestra muerte ocurra, sencillamente no volveremos a sentir nada más. Nuestra conciencia no volverá a reactivarse, y todo será como antes de nacer, transcurrirán esos mismos miles de millones de años sin que nada que se pueda entender como yo sienta ni padezca, sufra o necesite.
   Porque la muerte, la nada eterna, la inconsciencia irreversible, es la verdadera Salvación que ansía el creyente (el cual se confunde). No se trata de salvarse mediante una extraña vida eterna (extraña porque, para ser tan idílica como se espera, no puede ser una exacta continuación de esta, que es terrible e injusta. Y habrá que ver como es eso de mantener la conciencia del yo eternamente sin cuerpo ni necesidades materiales...). No, amigos, esa pretendida Salvación es ilusa; un mero reflejo de nuestra naturaleza evolutiva, la cual persigue irracionalmente el ser por el ser; la sinrazón de la supervivencia eterna. No, la verdadera Salvación no consiste, como digo, en que una perfecta vida eterna venga al rescate de este injusto mundo natural y del sentimiento trágico de la vida que nos infunde. ¡No! Es la nada eterna la verdadera salvación. Y si hay que rogar, es porque lo dicho anteriormente en esta entrada sea Verdad. Rogar porque todo termine con la interrupción material de las neuronas; rogar porque el morir sea como el dormir: un estado de inconsciencia donde no se siente ni se padece, y en el que nada se necesita o se ansía; donde no se piensa ni por tanto se existe: ¡Roguemos porque la razón muera junto con el cuerpo! 
   Sí, ¡roguemos! Pero roguemos al Destino porque todo sea tal y como hemos dicho (y si el Destino es el designio de un Señor todopoderoso, roguémosle entonces a Él por esto mismo): roguémosle porque esta breve chispa de consciencia individual que llamamos yo, sea única e irrepetible. Recemos porque nuestra vida no sea más que una curiosa (y corta) experiencia que no volverá a suceder (no hay mayor tortura imaginable que el eterno retorno de Nietzsche).

Por lo tanto, supliquemos cada día y cada hora por nuestra Verdadera Salvación; por que el morir sea como un reposado y eterno sueño profundo; por que no sea más que un descanso eterno sin conciencia ni sentimiento, sin necesidades ni lamentos (no queremos más sufrir). Recemos con todas nuestras fuerzas porque la Realidad no nos condene con el infierno de una extraña y eterna conciencia por venir. Amén.


5 comentarios:

Samu dijo...

Esta entrada la he escrito en respuesta al ensayo filosófico de Miguel de Unamuno "Del sentimiento trágico de la vida" que terminé de leer hace unos días.

En esta obra, el autor lucha apasionadamente, pese a la evidencia racional (o incluso contra ella, como él dice), por la salvación eterna de su conciencia; una salvación que redima el sentimiento trágico que el autor detecta en la vida. Y aunque él no comprende el porqué, no quiere dejar de ser, ansía eternidad sobre todas las cosas. Sin embargo, ese ansia, comprendemos hoy que es un reflejo de nuestro origen natural evolutivo. Su salvación ante la tragedia falla pues de base (como le falla, me parece, a casi todos los creyentes): la tragedia ante el sufrimiento humano y su ansia de ser, no se salva con una supuesta eternidad consciente rodeado de una perfecta justicia, sin dolor y sin necesidades (posición que contiene inconsistencias e incongruencias lógicas que el propio Unamuno detalla en su obra, a su pesar), sino que se salva con una eterna inconsciencia: el hombre se salvará con su regreso a la nada existencial.

Anónimo dijo...

·lo cual es una firme evidencia neurobiológica a favor de esta teoría que nos habla sobre cómo el cerebro da lugar a la conciencia.

No lo veo así. Es una evidencia de que la conciencia requiere de un cerebro con ciertas facultades fisologicas para darse. Que yo sepa no hay ninguna teoria firmemente establecida acerca de COMO el cerebro da lugar a la conciencia. Yo sé que si no tecleo mi teclado no voy a poder poner letras en mi pantalla, pero no sé nada acerca de COMO ocurre eso. Usted tal vez Sí sepa esto segundo, que no me interesa mucho saber, pero lo primero... ¿Me da referencias de la teoria que nos dice firmemente COMO nuestro cerebro da lugar a la conciencia?. Llevo años escuchando cosas como "la conciencia por fin desvelada" en infinidad de neurobiologos y neurofilosofos, y luego, leo el tocho de turno, y na de na, la verdad. ¿Sabe usted de alguna FIRME teoría que Sí descorra de verdad la cortina que nos desvele la conciencia tras ella ? Estoy muy interesado en este segundo asunto.

De lo otro casi nada que comentarle. Pero no me resisto a comentar algo, que tal vez este de más aquí, desde mi cristianismo:

· yo creo que el cristianismo adquiere su sentido como religión fundamentada en la "salvación" en base a que somos a imagen y semejanza de Dios. Es decir, es porque el cristiano se sabe a imagen y semejanza de Dios que adquiere sentido tener fe en la salvación, y no a la inversa, que porque buscamos la salvación nos inventamos ser a imagen y semejanza de Dios.

. La resurrección no es de las almas, sino de lo cuerpos, ese " habrá que ver como es eso de mantener la conciencia del yo eternamente sin cuerpo ni necesidades materiales..." queusted establece en la entarda, no se ajusta mucho al "creo en la resurrección de la carne" del Credo católico.

un saludo.


Anónimo dijo...

Sólo un apunte, conciencia y consciencia no significan lo mismo, y en esta entrada estas escribiendo conciencia cuando debería ser consciencia.

No te lo tomes a mal, la entrada esta muy bien escrita, pero eso chirria un poco.

Samu dijo...

No estoy de acuerdo, anónimo.

Por ejemplo, la Wikipedia se extiende mucho en ese tema y dice lo siguiente (https://es.wikipedia.org/wiki/Consciencia):

Sobre cuando usar conciencia o consciencia en una frase: "El vocablo conciencia es válido en todos los casos, mientras que consciencia tan sólo es correcto cuando la facultad humana de reflexionar no se inmiscuye en la distinción entre el bien y el mal. En caso de duda, optar por el vocablo conciencia suele evitar el uso incorrecto de consciencia."

Y yo precisamente uso conciencia en todo el artículo, que como puedes ver: "es válido en todos los casos".

Un saludo y gracias por comentar.

Anónimo dijo...

Pues tienes razón, yo pensaba que conciencia solo tenia el significado moral, pero si que es sinónimo de consciencia también. Aún así no se si es percepción mía pero cuando se utiliza en el sentido filosófico de la palabra creo que normalmente está escrito con 's', aunque como bien dices valen las dos, nada que objetar.

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