domingo, 30 de agosto de 2015

Pequeña reflexión sobre la tragedia actual (y no tan actual) de la inmigración


Lo que está ocurriendo estos días con la inmigración es sin duda aterrador y doloroso, y yo lamento más que nadie lo que está sucediendo, pero pero si se estudia la cuestión de un modo objetivo, surge inmediatamente la cuestión de si se puede realmente hacer algo al respecto. 

Decidir antes de nada, honestamente, si hay de todo lo que todos queremos para todos. Y puestos en que no sea ese el caso (como argumentaba Castrodeza, y también Dawkins al basar su teoría del gen egoísta en este precepto), ¿permite en ese caso nuestra naturaleza quitarle al tuyo para darle al otro?

Yo, personalmente, me veo incapaz de privar de nada a mis hijas para ayudar a los demás. NO PUEDO dejar de comprar a mis niñas un simple pinypon, en lugar de mandar ese dinero a ayudar a necesitados hambrientos (y como yo, todos los que me rodean: lo admitan o no). Lo siento pero es mi naturaleza, es lo que soy, y no puedo evitarlo (y no sé siquiera si quiero evitar ser así).

Y resulta evidente que se puede extrapolar esta naturaleza individual nuestra, al grueso de nuestro comportamiento social. Yo no ayudo (verdaderamente) a nadie (como país) mientras los míos no estén sobrados; pero resulta que no hay de todos para todos (y eso lo vemos claramente aquí en España, donde casi 4 millones de personas no tienen trabajo y dependen de costosas pensiones y ayudas sociales), por lo tanto, un país (o una comunidad) no va a privar de nada a sus ciudadanos para ayudar a los "otros" (del mismo modo en que yo NO PUEDO privar como individuo a mis hijas de un tablet para alimentar con ese dinero a hambrientos o sedientos), así que los inmigrantes sólo son aceptados holgadamente cuando sobra recursos y se necesita de su ayuda (como en épocas de bonanza económica, momento en que se usan de mano de obra barata en trabajos desagradables). En épocas de escasez o crisis, o cuando el volumen de desplazados es perjudicial para los nuestros (los ciudadanos), simplemente NO LOS QUEREMOS (dejémonos de hipocresía de una vez). Porque solemos olvidar que la sociedad (los países) la componen PERSONAS, y las personas son como son: es de perogrullo que ayudamos principalmente a los más cercanos, y que sólo cuando nos sobra mucho damos alguna limosna (a veces a modo de propaganda o marketing para con los demás, otras a modo de sentirnos mejor con nosotros mismos).

Pero todo esto es algo natural (nuestra conducta como individuo y como especie es algo natural, incluso aunque podamos racionalizar nuestras decisiones). Nuestros actos no son buenos ni malos (como no es bueno ni malo que el león cace a la gacela y la devore), simplemente son como son, y hay que aceptarlo así...y recemos por no estar nunca en el lugar de los "otros", porque ellos sin duda actuarán del mismo modo en que lo estamos haciendo ahora nosotros (que no te quepa duda).

Y aún así, muchos me dirán que en el mundo también hay altruismo y lamento hacia el desconocido (hacia el "otro")...¡falso! La mayor parte de la lástima y la pena por el "otro" es en realidad miedo a vernos alguna vez en la situación del otro. Una persona no siente terror, por ejemplo, porque exista un padre teniendo que pagar a una mafia por la salvación de su hija; porque NO es posible sentir pena por esas personas que ni conoce ni puede conocer; en realidad, lo que siente es pánico de verse él mismo (o a los suyos) algún día en una situación similar. Lo mismo con los inmigrantes, de los cuales no conocemos personalmente ni a uno (¿como sentir pena de alguien desconocido si no es por la teoría cognitiva de la mente, que nos hace ponernos en el lugar de ese otro?): cuando alguien "ayuda" un poquito a los demás con lo que le SOBRA, lo hace principalmente por 2 causas: 1) Para aliviar su conciencia de la disonancia cognitiva de saber que otros pasan hambre y dolor mientras ellos viven en la opulencia tan felices, 2) Para aliviar sus temores, suponiendo que el día que a ellos les pueda hacer falta ayuda, otros los ayudarán como ellos están "vendiendo" (a veces el marketing es inconsciente) que hacen ahora (propaganda).

En realidad, nuestra conducta social está determinada biológicamente mucho que nos pese, y parte de esa determinación incluye el que TODOS hagamos siempre lo que nos hace sentir bien: y como la causa de eso que nos hace sentir bien normalmente no la conocemos (causas evolutivas), ATRIBUIMOS arbitrariamente razones (normalmente erróneas) a esos actos. El caso de creer que uno realmente ayuda al "otro" con una misera limosna de lo que le sobra, es un caso de esto: nos hace sentir bien, y ATRIBUIMOS racionalmente a ese acto nuestro generosidad y altruismo; pero lo que se esconde detrás principalmente son causas evolutivas: nos vendemos (autoengaño) como "altruistas" para que los demás, el día que nos pudiésemos ver en el arroyo, vengan en nuestra ayuda y la de los nuestros. Y nuestro lamento por esos desconocidos (sin rostro ni nombre), es miedo y dolor ocasionado por la teoría de la mente: nos ponemos a nosotros en una situación similar en el futuro (le ponemos a esos desconocidos nuestra cara y la de los nuestros), y nos lloramos en realidad a nosotros mismos. Nuestra ayuda y nuestra protesta no es para con los "otros", sino para nosotros supuestos algún día en el lugar del otro (aunque todo esto ocurra de un modo más o menos inconsciente).

Y es que la teoría del gen egoísta es insoslayable: todo gira en torno a nuestra biología, e incluso cuando parece que no lo hace, se trata de una falsa atribución racional y no de otra cosa. Por eso el mundo siempre ha sido igual, porque su base es determinista e inamovible: nuestra naturaleza es la que es, y eso no lo cambia nadie.

viernes, 28 de agosto de 2015

De lágrimas y de santos (E. M. Cioran)

De lágrimas y de santos, de Emil Cioran (si queréis saber sobre el autor, entrar aquí).

A continuación voy a compartir algunos de los aforismos más interesantes de la obra: De lágrimas y de santos. Podéis descargar la obra completa en formato PDF desde el siguiente enlace: (http://crimideia.com.br/blog/wp-content/uploads/2010/02/emil-cioran-de-lc3a1grimas-y-santos28193729.pdf):





¿Sería para nosotros la existencia un exilio y la nada una patria?

Los hombres sólo se reconciliaron con la muerte para evitar el miedo que ella les inspira; sin embargo, sin ese miedo morir no tiene el mínimo interés. Pues la muerte existe únicamente en él y a través de él. La sabiduría nacida del acuerdo con la muerte es, frente a las postrimerías, la actitud más superficial que existe. El propio Montaigne fue infectado por ella, sin lo cual sería incomprensible que haya podido vanagloriarse de aceptar lo inevitable. Quien ha superado el miedo puede creerse inmortal; quien no lo conoce, lo es. Es probable que en el paraíso las criaturas desaparezcan también, pero no conociendo el miedo de morir, no morirían, en suma, nunca. El miedo es una muerte de cada instante. 

Me apegué a las apariencias cuando comprendí que sólo había algo absoluto en la renuncia.

El cristianismo entero no es más que una crisis de lágrimas, de la que sólo nos queda un regusto amargo. 

Con el Renacimiento comienza el eclipse de la resignación. De ahí la aureola trágica del hombre moderno. Los antiguos aceptaban su destino. Ningún moderno se ha rebajado a esa concesión. El desprecio del destino nos es igualmente ajeno, dado que carecemos demasiado de sabiduría para no amarlo con una pasión dolorosa.  

El vino ha hecho más por acercar los hombres a Dios que la teología. Hace tiempo que los borrachos tristes -¿y los hay que no lo sean?- han superado a los eremitas. (Este aforismo me ha recordado a mi triste padre)

Hay quien se pregunta aún si la vida tiene o no un sentido. Lo cual equivale a preguntarse si es o no soportable. Ahí acaban los problemas y comienzan las resoluciones.

Nuestra ausencia de orgullo compromete a la muerte. Ha sido probablemente el cristianismo lo que nos ha enseñado a cerrar los ojos -a bajar la mirada- para que la muerte nos halle sosegados y sumisos. Dos mil años de educación nos han acostumbrado a una muerte sensata y comedida. ¡Morimos postrados, atraídos hacia abajo, nos extinguimos escondidos por nuestros párpados, en lugar de morir con los músculos tensos como un corredor que espera la señal dispuesto a desafiar al espacio y a vencer a la muerte en pleno orgullo e ilusión de su fuerza! Sueño con frecuencia con una muerte indiscreta, cómplice de las vastedades...

Si Dios creó el mundo, fue por temor de la soledad; ésa es la única explicación de la Creación. Nuestra razón de ser, la de sus criaturas, consiste únicamente en distraer al Creador. Pobres bufones, olvidamos que vivimos dramas para divertir a un espectador cuyos aplausos todavía nadie ha oído sobre la tierra... Y si Dios ha inventado a los santos -como pretexto de diálogo- ha sido para aliviar aún más el peso de su aislamiento. Por lo que a mí respecta, mi dignidad exige que Le oponga otras soledades, sin las cuales yo sólo sería un payaso más.

Dios se instala en los vacíos del alma. Se le van los ojos tras los desiertos interiores, pues al igual que la enfermedad, se arrellana en los puntos de menor resistencia. Una criatura armoniosa no puede creer en El. Fueron los enfermos y los pobres quienes le dieron a conocer, para uso de atormentados y desesperados.

Hay momentos en que, sintiendo bullir en mí un odio asesino por todos los «agentes» del otro mundo, les infligiría suplicios inauditos. ¿Qué convicción es esta que me dice que si viviera entre los santos me armaría de un puñal? ¿Por qué no confesar que una masacre de ángeles me colmaría? A todos esos fanáticos de la deserción les colgaría de la lengua y les dejaría caer sobre un lecho de lis. ¿Es posible que no tengamos la prudencia elemental de cortar inmediatamente de raíz toda vocación sobrenatural? ¿Cómo no detestar a toda esa ralea del paraíso que provoca y alimenta esta sed mórbida de sombras y de luces procedentes de otro lugar, de consolaciones y tentaciones transcendentales?

Si la verdad no fuera tan aburrida, la ciencia habría eliminado rápidamente a Dios. Pero al igual que los santos, Dios es una ocasión de escapar a la abrumadora trivialidad de lo verdadero. Lo que me interesa en la santidad, quizá sea el delirio de grandeza que esconde detrás de sus delicadezas, los apetitos inmensos disfrazados de humildad, la insatisfacción que oculta su caridad. Pues los santos han sabido explotar sus debilidades con una ciencia propiamente sobrenatural. Sin embargo, su megalomanía es indefinible, extraña, turbadora. ¿De dónde proviene, a pesar de todo, nuestra compasión inconfesable por ellos? Creer en ellos apenas es ya posible. Admiramos sus ilusiones, simplemente. De ahí esa compasión... (Este aforismo me ha recordado a usted Enric, que sé que está ahí leyendo)

La mística oscila entre la pasión del éxtasis y el horror del vacío. No se puede conocer la primera sin haber conocido el segundo. Ambos suponen una ardua voluntad de «tabla rasa», un esfuerzo hacia una vaciedad psíquica... El alma, una vez madura para una vacuidad duradera y fecunda, se eleva hasta la desaparición total. La conciencia se dilata más allá de los límites cósmicos. La condición indispensable del estado de éxtasis y de la existencia del vacío es una conciencia privada de todas las imágenes. No se ve ya nada fuera de la nada, y esa nada es todo. El éxtasis es una presencia total sin objeto, un vacío lleno. Un estremecimiento atraviesa la nada, una invasión de ser en la ausencia absoluta. El vacío es la condición del éxtasis, como el éxtasis es la condición del vacío. 

Todos los nihilistas tuvieron problemas con Dios. Una prueba más de la vecindad con la nada de la divinidad. Habiéndolo profanado todo, no nos queda ya más que destruir esa última reserva de la nada.

La religión es una sonrisa que planea sobre un sin sentido general, como un perfume final sobre una onda de nada. De ahí que, sin argumentos ya, la religión se vuelva hacia las lágrimas. Sólo ellas quedan para asegurar, aunque sea escasamente, el equilibrio del universo y la existencia de Dios. Una vez agotadas las lágrimas, el deseo de Dios desaparecerá también. 

Hay instantes en los que quisiéramos deponer las armas y excavar nuestra tumba al lado de la de Dios. O si no, revivir petrificados la desesperación del asceta que descubre al final de su vida la inutilidad del renunciamiento.

 En el fondo, no hay más que El y yo. Pero su silencio nos anula a los dos. Es posible que nada haya existido nunca. Puedo morir con la conciencia tranquila, pues no espero ya nada de El. Nuestro encuentro nos ha aislado aún más. Toda existencia es una prueba suplementaria de la nada divina. 

Un día el mundo, esta vieja chabola, acabará por derrumbarse de una vez. Nadie puede saber de qué manera, pero ello no tiene la menor importancia, pues desde el momento en que todo carece de substancia y la vida no es más que una pirueta en el vacío, ni el comienzo ni el final prueban nada.

 En el fondo, la historia humana es un drama divino. Pues no sólo Dios se inmiscuye en ella, sino que padece, paralelamente y con una intensidad infinitamente incrementada, el proceso de creación y de devastación que define la vida. Una desgracia compartida que, habida cuenta de su posición, le consumirá quizás antes que a nosotros. Nuestra solidaridad en la maldición explica por qué toda ironía dirigida contra El se vuelve contra nosotros y se reduce a una auto-ironía. ¿Quién, más que nosotros, mortales, ha sufrido por no ser El lo que debería haber sido? Dios es a veces tan fácil de descifrar que nos basta para ello examinar con una mínima atención la menor de nuestras reacciones interiores. ¿Cómo explicar la impresión de familiaridad y la ausencia de misterio que se instaura en esos raros momentos en que lo divino se vuelve accesible fuera de toda experiencia extática? 

¡Imposible amar a Dios de otra manera que odiándolo! Si probáramos su inexistencia en un atestado sin precedentes, nada podría nunca suprimir la rabia -mezcla de lucidez y de demencia- de quien necesita a Dios para aplacar su sed de amor y con más frecuencia de odio. ¿Qué es El si no un instante en el umbral de nuestra destrucción? ¿Qué importa que exista o no si a través de El nuestra lucidez y nuestra locura se equilibran y nos calmamos abrazándole con una pasión mortífera? 

El único argumento contra la inmortalidad es el aburrimiento. De ahí proceden, de hecho, todas nuestras negaciones.

 «El sufrimiento es la única causa de la conciencia» (Dostoievski). Los hombres se dividen en dos categorías: los que han comprendido eso y los demás.

Cualquiera que sea nuestro grado de cultura, si no reflexionamos intensamente sobre la muerte, no seremos más que nulidades. Un gran sabio que no sea más que eso es muy inferior a un analfabeto obsesionado por los grandes interrogantes. En general, la ciencia embrutece los espíritus reduciendo su conciencia metafísica.

 Cuando busco una palabra que me agrade y entristezca a la vez, sólo encuentro una: olvido. No acordarse ya de nada, mirar sin recordar, dormir con los ojos abiertos sobre el Incomprendido... 

lunes, 24 de agosto de 2015

El día en que morí

"Cuando yo ya no esté, no habrá más rosas, cipreses, labios rojos ni vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos, alegrías ni penas. El universo no existirá, pues su realidad depende de nuestro pensamiento."
Omar Khayyám (1048-1131)

El día en que morí

     Ocurrió hace algo más de un año, en una clínica privada de mi localidad. El proceso fue rápido, en apenas unos segundos, una sustancia química llamada Propofol (C12H18O) invadió mi torrente sanguíneo forzando, al llegar al cerebro, un mal funcionamiento generalizado del mismo. 
   Esa anestesia me produjo un estado de coma inducido, y no hay duda de que estar en coma es el modo más radical de perder la consciencia que tiene un ser humano; modo que que sólo se diferencia de la muerte en que ésta es definitiva, mientras que el coma es en ocasiones reversible.
   Así que, como digo, aquel día caí en coma farmacológico, lo que se puede entender como que morí por un rato (el tiempo que mi cuerpo se las apaño para eliminar la toxina). Pasé del ser a la nada; para enseguida volver a la existencia: y esto fue revelador, porque había experimentado con la muerte...¡y no era para tanto!



¿Qué es la conciencia?

   Una de las teorías científicas más aceptadas hoy día, sugieren que la conciencia es el resultado de la suma e integración de la información (eléctrica) aportada por las distintas regiones cerebrales. Y ya hemos visto que la anestesia funciona precisamente porque impide (o inhibe) esta intercomunicación neuronal, lo cual es una firme evidencia neurobiológica a favor de esta teoría que nos habla sobre cómo el cerebro da lugar a la conciencia.

La muerte entendida como una transición

   Por lo tanto, la muerte podría no ser más que una transición más; una mera transición desde la conciencia hacia la nada, del pensar al no pensar (cosa que ya el propio Descartes relacionó con el existir o no existir). En este sentido, tan muertos hemos estado antes de nacer (hasta el momento en que las  conexiones neuronales despertaron nuestro ser),como lo estaremos cuando dichas conexiones dejen de mantenerse materialmente estables en el tiempo. Ambas cosas vendrían a ser lo mismo.

   Y es que, si durante un coma farmacológico, o incluso durante un dormir profundo (como el que ocurre cada noche por 45 minutos durante la fase de sueño Delta), repentinamente nuestro cuerpo llegase a morir, posiblemente ocurriría una continuación eterna de ese estado de inconsciencia...¡y nada más! Sería parecido a un sueño eterno: es decir, que posiblemente, tras el momento en que nuestra muerte ocurra, sencillamente no volveremos a sentir nada más. Nuestra conciencia no volverá a reactivarse, y todo será como antes de nacer, transcurrirán esos mismos miles de millones de años sin que nada que se pueda entender como yo sienta ni padezca, sufra o necesite.
   Porque la muerte, la nada eterna, la inconsciencia irreversible, es la verdadera Salvación que ansía el creyente (el cual se confunde). No se trata de salvarse mediante una extraña vida eterna (extraña porque, para ser tan idílica como se espera, no puede ser una exacta continuación de esta, que es terrible e injusta. Y habrá que ver como es eso de mantener la conciencia del yo eternamente sin cuerpo ni necesidades materiales...). No, amigos, esa pretendida Salvación es ilusa; un mero reflejo de nuestra naturaleza evolutiva, la cual persigue irracionalmente el ser por el ser; la sinrazón de la supervivencia eterna. No, la verdadera Salvación no consiste, como digo, en que una perfecta vida eterna venga al rescate de este injusto mundo natural y del sentimiento trágico de la vida que nos infunde. ¡No! Es la nada eterna la verdadera salvación. Y si hay que rogar, es porque lo dicho anteriormente en esta entrada sea Verdad. Rogar porque todo termine con la interrupción material de las neuronas; rogar porque el morir sea como el dormir: un estado de inconsciencia donde no se siente ni se padece, y en el que nada se necesita o se ansía; donde no se piensa ni por tanto se existe: ¡Roguemos porque la razón muera junto con el cuerpo! 
   Sí, ¡roguemos! Pero roguemos al Destino porque todo sea tal y como hemos dicho (y si el Destino es el designio de un Señor todopoderoso, roguémosle entonces a Él por esto mismo): roguémosle porque esta breve chispa de consciencia individual que llamamos yo, sea única e irrepetible. Recemos porque nuestra vida no sea más que una curiosa (y corta) experiencia que no volverá a suceder (no hay mayor tortura imaginable que el eterno retorno de Nietzsche).

Por lo tanto, supliquemos cada día y cada hora por nuestra Verdadera Salvación; por que el morir sea como un reposado y eterno sueño profundo; por que no sea más que un descanso eterno sin conciencia ni sentimiento, sin necesidades ni lamentos (no queremos más sufrir). Recemos con todas nuestras fuerzas porque la Realidad no nos condene con el infierno de una extraña y eterna conciencia por venir. Amén.


miércoles, 19 de agosto de 2015

A trabajar...

"El hombre que me da trabajo, al que tengo que sufrir, este hombre es mi dueño, llámelo como lo llame." Henry George (1839-1897). Economista inglés.

7 de la mañana; suena el despertador, te levantas, desayunas,...y a trabajar. Así un día, y otro, otro más, y hasta que te jubiles (si es que llega ese día, que nunca se sabe). Pero, ¿por qué tengo que trabajar? Esta es la pregunta que todos tendríamos que hacernos cada vez que abrimos los ojos al madrugar para pasar 8 ó 9 horas realizando la misma tarea de siempre bajo el dominio del denominado "jefe".

En su obra póstuma, Carlos Castrodeza, relaciona el asunto del trabajo con la esclavitud, y no va mal encaminado:
"Si comparamos esto[la esclavitud del periodo clásico] con lo que sucede en el mundo desarrollado actual —por no hablar del mundo no desarrollado—, con los actuales asalariados de 8 a 3 (en el mejor de los casos) del mundo occidental y occidentalizado, y pese a haber diferencias más que manifiestas en muchos otros aspectos, no sería muy atrevido proclamar que, al igual que en las economías de las ciudades-estado griegas, hay una base actual sometida a una esclavitud de circunstancias."
Como dice Henry George, al trabajar nos dejamos someter, pero no es menos cierto que este dejarnos someter el mejor modo de contribuir a mantener la enorme complejidad de este mundo moderno nuestro. Y ahí está la clave del asunto: la complejidad necesita generar trabajo para poder mantenerse. Un "generar trabajo", que se puede enlazar fácilmente con la ortodoxia económica que busca "aumentar la producción de cada país" (el producto interior bruto). La vida humana en sociedad es un fenómeno bastante complejo, y cuanto más complejo se vuelve, más necesita auto-producir para su mantenimiento.

Es en este punto de la disertación cuando entramos nosotros; usted, querido lector, y también yo: resulta que somos máquinas de producción. Ni siquiera se puede decir que seamos máquinas de reproducir genes como afirmaba Dawkins en su famoso libro El gen egoísta; porque, siendo honestos, es más preciso (y objetivo) decir que en realidad sólo somos máquinas térmicas para producir trabajo. Ni más, ni menos.

Nuestra vida diaria, toda ella, es un continuo consumir energía con la que generar trabajo. Mantenemos la negentropía de nuestro cuerpo a base de energía, y consumimos energía para cada una de nuestras actividades diarias. El hecho de ir en coche (o en bici) a comprar el pan, no es más que el hecho objetivo de tomar energía potencial de los combustibles (o de los alimentos ingeridos previamente) para hacer "algo". Y ese "algo", siempre es un fin al servicio de un único principio Universal: "consumir siempre más energía (que para el caso viene a ser lo mismo que generar más trabajo)".

Nuestras vidas es, por tanto, un ir y venir de heterogéneas acciones, todas con el único fin concreto de maximizar el movimiento efectivo. De hecho, tener descendencia es el sumun de la eficiencia: ya que la duplicidad, es el mejor modo de asegurar un eficiente aumento medio del consumo energético (con su consiguiente trabajo). Pero, ¡ojo! no vale cualquier duplicidad, sino una duplicidad más o menos exacta al sujeto que se replica. Porque el sujeto que se replica, si existe y es capaz de mantener la complejidad intrínseca a un proceso replicativo, es porque debe ser un eficiente generador de trabajo (o su linaje se habría perdido hace tiempo).

Sin duda, ya te habrás dado cuenta de la estrecha relación que existe entre trabajo y duplicación; y entre la perpetuación de un linaje (o una especie, como se quiera entender) y ser un eficiente consumidor de energía. La teoría de la evolución biológica se reduce al principio del eficiente productor (y así lo apuntan recientes investigaciones en termodinámica y física estadística). La supervivencia del más fuerte (o del más apto), se resume en la supervivencia (o prevalencia) del objeto físico que más eficiente es a la hora de producir trabajo neto efectivo dentro del medio ambiente con el que interacciona.

Así que, si aquí estamos y existimos como fenómeno natural, es porque somos buenos consumidores de energía y productores de trabajo; porque somos esclavos capaces de mantener la complejidad en la que nos envolvemos; porque somos eficientes máquinas térmicas aptas para dejar una descendencia fiel a nuestra estructura. Consumir y producir es el principio que gobierna la complejidad en este Universo, y aquí en la Tierra, nadie nos gana en esa tarea. Por eso dominamos sobre el resto de formas vivas, y por eso nos duplicamos con libertad de un modo casi exponencial.

Ahora bien, una vez es aceptado todo esto (y si no lo aceptas ahora, lo harás dentro de unas décadas cuando la biofísica termine de eclosionar), inmediatamente surge una importante pregunta: ¿por qué, o más bien, para qué "busca" o posee el Universo esa tendencia hacia el consumo (transformación) del potencial energético (energía potencial) y la generación de movimiento (energía cinética y trabajo)? En principio esta pregunta no es científica, y no es de esperar evidencia empírica que permita responderla; pero podemos igualmente hacer una reflexión especulativa y filosófica sobre la misma (¿por qué no?):

Aquí en la Tierra, los seres vivos se agrupan en capas cada vez de mayor complejidad, empezando por las células, que se agrupan en seres multicelulares, que se agrupan aveces formando sociedades, etc. Cada agrupación de este tipo requiere de un aumento del consumo de energía potencial medio para su mantenimiento y estabilidad, siendo mayor la producción del trabajo necesario cuanto más compleja es la agrupación alcanzada. La tendencia del Universo a consumir el máximo de energía disponible para generar el mayor trabajo medio alcanzable según sea el entorno, se podría correlacionar con un "deseo" intrínseco a conseguir agrupaciones estructurales cada vez más complejas: parece como si se "buscara" la máquina térmica perfecta. Y que conste, que este proceso de "búsqueda universal" no se restringe únicamente a eso que entendemos por organismos biológicos.

De hecho, quizás el temor que ciertos científicos de renombre muestran actualmente ante la posibilidad de que en el futuro nuestras máquinas lleguen a dominarnos y erradicarnos no sea tan descabellado. Todo depende de lo eficientes que lleguemos a hacer a esos aparatos. El peligro real llegaría en el momento de que esas máquinas fuesen capaces de generar copias fieles de ellas mismas sin nuestra intervención.

Sí, ya sé que suena raro, o incluso absurdo o tonto. Es lo que tiene la especulación creativa. Pero, sin embargo, la realidad podría ser así...Nuestro Universo, con sus constantes físicas tan finamente ajustadas, podría no ser más que parte de un experimento trascendental: existe la posibilidad de que nuestro mundo no sea más que un instrumento para un ente metafísico. Nosotros, como personas, usamos (y buscamos) herramientas e ingenios que nos permitan el más óptimo uso de la energía potencial disponible; y nada impide que nuestro mundo no sea más que el ingenio de "algo" que busque un fin parecido para su propio mundo (sea éste el que sea, y como quiera que sea).

Habrá incluso quien pueda sacar de esto rédito en la forma de un apoyo "racional" a su fe irracional (arracional, contrarracional o como se la quiera llamar), proponiendo que quizás esta tendencia hacia la perfección del Universo, es un reflejo de la suprema complejidad de Dios, y de que todos trabajamos por y para Él. Quizás el trabajo sea, como dice Miguel de Unamuno en su maravilloso ensayo Del sentimiento trágico de la vida:"el gran negocio de nuestra salvación, de ganarnos la gloria eterna". Otros, por contra, podrán ver en esto quizás apoyo a otras propuestas metafísicas muy distintas. Baste nombrar la Voluntad de Schopenhauer: bien podría ser todo lo dicho un mero reflejo de la esencia perfectamente ciega, incansable e insaciable de la Voluntad por el simple hecho de existir y ser representado en el mundo de todas las formas posibles.

En fin. Sea como fuere, el hecho es que somos máquinas, y que como tales tenemos trabajo que hacer. Así que, dejemos de divagar y volvamos al tajo, que hay mucha energía que acaparar y consumir.

Un saludo a todos.

martes, 18 de agosto de 2015

El modelo estándar de la historia del Universo


Quiero compartir con vosotros en esta entrada, un breve resumen de lo que la moderna física ha llegado a concluir, hasta ahora, sobre la historia del Universo: de cómo ha sido el proceso que llevó, desde Big Bang, hasta nuestros días.

Para hacerlo, no he encontrado mejor modo que directamente trasladar el contenido del último capítulo del libro "Fisica Universitaria Vol.2" de  los autores Sears y Zemansky. Este manual, muy utilizado en las facultades de ciencia  para iniciar al estudiante en la física clásica y moderna (aunque sin entrar en grandes detalles); tiene justo al final de su segundo volumen, un estupendo resumen de lo que es la historia del Universo deducida a partir de los conocimientos físicos de que disponemos.

Antes de copiar el texto, quiero hacer notar que gran parte de lo que se expresa en este capítulo de un modo casi exclusivamente cualitativo, está en realidad basado en propuestas muy firmes y cuantitativas (explicadas en otras partes del libro). Si te quedas con ganas de saber más, puedo pasar el libro completo en formato PDF. No tienes más que dejarme un comentario con tu correo electrónico.

Ahora sí, veamos el modelo estándar actual de la historia de nuestro Universo:


El modelo estándar de la historia del Universo

La siguiente descripción se llama modelo estándar de la historia del Universo. Quizás
el título suene algo optimista, pero indica que hay áreas apreciables de la teoría que se
basan en fundamentos experimentales, y que tienen una aceptación bastante general.

En este modelo estándar, la temperatura del Universo en el momento t = 10^-43 segundos
(un cero coma, seguido de 43 ceros)
(el tiempo de Planck) era de unos 10^32 K (un 10 seguido de treinta y dos ceros, grados Kelvin),
y la energía media por partícula era, aproximadamente,
E = (10^-13 GeV/K)(10^32 K) = 10^19 GeV
Tomando una teoría totalmente unificada, ésta fue más o menos la energía; y para valores
menores, la gravedad se comienza a comportar como una interacción separada. Este
momento marcó la transición entre cualquier TOE (teoría de todo) propuesta y el periodo
GUT (de gran unificación).

Durante el periodo GUT, más o menos de t = 10^-43 a 10^-35 segundos, las fuerzas fuerte y
electrodébil todavía estaban unificadas y el Universo consistía en una masa de quarks
y leptones transformándose entre sí, con tanta libertad que no había distinción entre
las dos familias de partículas. Otras partículas, mucho más masivas, podrían también
haberse formado y destruido libremente. Una característica importante de las GUT es
que a energías suficientemente grandes, no se conserva el número bariónico. (Ya
mencionamos antes el decaimiento propuesto del protón, que todavía no se ha observado.)
Así, al final del periodo GUT, las cantidades de quarks y antiquarks pudieron
haber sido distintas. Este punto tiene implicaciones importantes. Al terminar esta sección
regresaremos a él.

Cuando t = 10^-35 s, la temperatura había disminuido a unos 10^27 K y la energía
media a unos 10^14 GeV. A esta energía, la fuerza fuerte se separó de la fuerza electrodébil
(figura 44.19), y los números bariónico y leptónico comenzaron a conservarse
por separado. En algunos modelos, llamados modelos inflacionarios, esta separación
de la fuerza fuerte fue análoga a un cambio de fase, como la ebullición de un líquido,
con un calor de vaporización asociado. Imagine que se parece a la ebullición de un
núcleo pesado, separando las partículas más allá del corto alcance de la fuerza nuclear.
Como consecuencia, los modelos inflacionarios predicen que hubo una expansión muy rápida.
En uno de los modelos, el factor de escala R aumentó en un factor de 10^50
en 10^-32 s.

Cuando t = 10^-32 s, el Universo era una mezcla de quarks, leptones y los bosones
mediadores (gluones, fotones y los bosones débiles W+- y Z0). Continuó expandiéndose
y enfriándose desde el periodo inflacionario hasta t = 10^-6 s, cuando la temperatura
aproximada era unos 10^13 K y las energías normales eran de 1 GeV (comparables a la
energía en reposo de un nucleón; véase el ejemplo 44.11). En ese momento, los
quarks comenzaron a unirse entre sí para formar nucleones y antinucleones. También
había todavía fotones, con energía suficiente, para producir pares nucleón-antinucleón
para equilibrar el proceso de aniquilación nucleón-antinucleón. Sin embargo,
más o menos cuando t = 10^-2 s, la mayoría de las energías de los fotones bajaron
mucho con respecto a la energía de umbral para la producción de esos pares. Hubo un
pequeño exceso de nucleones con respecto a los antinucleones y la consecuencia fue
que casi todos los antinucleones y la mayoría de los nucleones se aniquilaron entre sí.
Se estableció así un equilibrio similar después, entre la producción de pares electrón-positrón
a partir de fotones, y la aniquilación de tales pares. Cuando t = 14 s, la energía
media bajó hasta más o menos 1 MeV, menor que la energía de umbral para la producción
de pares e+e-. Al cesar la producción de pares, casi todos los positrones restantes
fueron aniquilados, dejando al Universo con mucho más protones y electrones
que sus antipartículas.

Hasta más o menos cuando t = 1 s, los neutrones y neutrinos se podían producir
en la reacción endoérgica
e- + p  -> n + ve
Después de ese momento, la mayoría de los electrones ya no tenían
energía suficiente para esta reacción. También disminuyó la energía media de los neutrinos y,
a medida que se expandía el Universo, cesaron las reacciones de equilibrio que implicaban absorción
de neutrinos (las cuales sucedían con probabilidades decrecientes). En ese
momento, de hecho, el flujo de neutrinos y antineutrinos por el Universo se desacopló
del resto del mismo Universo. Debido a las probabilidades extraordinariamente bajas
de absorción de neutrinos, la mayor parte de ese flujo todavía existe, aunque
enfriado mucho por la expansión. El modelo estándar del Universo predice una temperatura
actual de esos neutrinos de 2 K, aproximadamente, pero todavía nadie ha
podido efectuar un experimento que compruebe tal predicción.

Nucleosíntesis

Más o menos en t = 1 s, la relación de protones a neutrones fue determinada por el
factor de la distribución de Boltzmann, e^-(Ei - Ef)/k·T, donde (Ei - Ef) es la diferencia entre las
energías en reposo de neutrones y protones, (Ei - Ef) = 1.294 MeV. A una temperatura
aproximada de 10^10 K, este factor de distribución da como resultado unas 4.5 veces
más protones que neutrones. Sin embargo, como hemos dicho, los neutrones libres
(con una vida de 887 s) decaen espontáneamente a protones. Este decaimiento causó
un aumento de la relación protones a neutrones hasta cuando t = 225 s. En ese momento,
la temperatura promedio era unos 10^9 K (temperatura igual a un 10 seguido de 9 ceros)
y la energía media era bastante menor que 2 MeV.

Esta distribución de energía fue crítica porque la energía de enlace del deuterón
(un neutrón y un protón enlazados) es de 2.22 MeV (véase la sección 43.2). Un neutrón
ligado en un deuterón no decae espontáneamente. A medida que disminuía la
energía promedio, se pudieron combinar un protón y un neutrón para formar un deuterón,
y hubo cada vez menos fotones con 2.22 MeV o más energía, para separar de
nuevo los deuterones. En consecuencia, la combinación de protones y neutrones para
formar deuterones detuvo el decaimiento de los neutrones libres.

La formación de deuterones, iniciada más o menos cuando t = 225 s, marcó el
principio de la formación de núcleos, o nucleosíntesis. En ese momento había más o
menos siete protones por cada neutrón. El deuterón (2H) puede absorber un neutrón y
formar un tritón (3H), o absorber un protón y formar 3He. Entonces, el 3H puede
absorber un protón y 3He también puede absorber un neutrón y, en cada caso, se produce
4He (la partícula alfa). Es posible también que se formen unos pocos núcleos de
7Li por fusión de los núcleos 3Hy 4He. De acuerdo con la teoría, en esencia todo el 1H
y el 4He en el Universo actual se formaron en esos momentos. Pero después, la formación
de núcleos casi llegó a detenerse. La razón es que ningún núclido con número
de masa A = 5 tiene una vida media mayor que 10^-21 s. Simplemente, las partículas
alfa no absorben en forma permanente neutrones ni protones. El núclido 8Be que se
forma por fusión de dos núcleos de 4He es inestable, y su vida media es extremadamente
corta, de unos 7 x 10^-17 s. Advierta que en ese momento, la energía media todavía
era demasiado grande como para que los electrones se enlazaran a los núcleos;
todavía no había átomos.

No se efectuó más nucleosíntesis, sino hasta mucho después, cuando el tiempo era
t = 10^13 s (unos 380,000 años). En ese momento, la temperatura aproximada era de
unos 3000 K y la energía media era de unos pocos décimos de electrón volts. Como
las energías de ionización de los átomos de hidrógeno y helio son de 13.6 eV y 24.5 eV,
respectivamente, casi todo el hidrógeno y el helio eran eléctricamente neutros (no
ionizados). Anuladas las repulsiones eléctricas de los núcleos, la atracción gravitacional
pudo unir en forma gradual los átomos neutros, para formar nubes de gas y finalmente
estrellas. Se cree que las reacciones termonucleares en las estrellas han producido
todos los núcleos más masivos. En la sección 43.8 describimos un ciclo de reacciones
termonucleares en el que el 1H se transforma en 4He; este ciclo es una de las fuentes
de energía que irradian las estrellas.

A medida que una estrella consume su hidrógeno, la presión gravitacional hacia el
interior supera la radiación hacia el exterior y la presión del gas, y el núcleo de la estrella
se comienza a contraer. Al hacerlo, la energía potencial gravitacional disminuye
y las energías cinéticas de los átomos de la estrella aumentan. En las estrellas con
masa suficiente, hay energía y densidad suficientes para iniciar otro proceso, llamado
fusión del helio. Primero, dos núcleos de 4He se funden para formar 8Be.
La vida media extremadamente corta de este núclido inestable se compensa con la densidad del núcleo
estelar, y con una probabilidad que suele ser grande, de absorción de otro núcleo
de 4He con energía específica; es una clase de efecto de resonancia. Así, una fracción
razonable de los núcleos de 8Be se funde con 4He para formar el núclido estable 12C.
El resultado neto es la fusión de los tres núcleos 4He para formar un 12C, el proceso
triple alfa. Después, fusiones sucesivas con 4He forman: 16O, 20Ne y 24Mg. Todas esas
reacciones son exoérgicas. Liberan energía y calientan la estrella, y el 12C y el 16O se
pueden fusionar y formar elementos cada vez con mayor número atómico.
Para los núclidos que se pueden formar de esa manera, la energía de enlace por nucleón
es máxima cuando el número de masa es A = 56, con el núclido 56Fe, por lo que
las reacciones exoérgicas de fusión se detienen con el Fe. Pero otras captaciones de
neutrón, seguidas por decaimientos beta, pueden continuar la síntesis de núcleos más
masivos. Si la estrella tiene la masa suficiente, al final puede explotar como una supernova,
mandando al espacio los elementos pesados que se produjeron en los procesos
anteriores (figura 44.20; véase también la figura 37.7). En el espacio, los desechos y
demás materia interestelar pueden agruparse de forma gravitacional y formar una
nueva generación de estrellas y planetas. Nuestro Sol es una estrella de “segunda generación”,
como ésas. Eso quiere decir que los planetas del Sol, y todo lo que hay en
ellos (incluyendo a usted) contiene materia que hace mucho tiempo explotó al espacio
como supernova.

Radiación de fondo

En 1965 Arno Penzias y Robert Wilson, al trabajar en la división de comunicaciones
satelitales de los Bell Telephone Laboratories en New Jersey, dirigieron hacia el firmamento
una antena de microondas, y localizaron una señal de fondo que aparentemente
no tenía una dirección preferida. (Esta señal produce aproximadamente el 1%
de la “estática” que usted observa en una pantalla de TV cuando la sintoniza en un canal
sin usar.) Investigaciones posteriores demostraron que la radiación que se recibe
tiene un espectro de frecuencia que se ajusta a la ley de radiación de cuerpo negro de
Planck, ecuación (38.32) (véase la sección 38.8). La longitud de onda de intensidad
máxima es de 1.063 mm (en la región de microondas del espectro), con una temperatura
absoluta correspondiente T = 2.725 K. Penzias y Wilson llamaron a los físicos
de la cercana universidad de Princeton, que habían iniciado el diseño de una antena
para buscar la radiación residual de la evolución inicial del Universo. Ya mencionamos
que los átomos neutros se formaron más o menos cuando t = 380,000 años,
cuando la temperatura era de 3000 K. Con mucho menos partículas cargadas presentes
que antes, el Universo se volvió transparente en ese momento a la radiación
electromagnética de longitud de onda larga. La radiación de cuerpo negro de 3000 K
sobrevivió, por consiguiente, enfriándose hasta su temperatura actual de 2.725 K cuando
el Universo se expandió. La radiación cósmica de fondo está entre las confirmaciones
experimentales más concluyentes de la teoría del Big Bang. La figura 44.21
muestra un mapa moderno de esa radiación cósmica de fondo.

Materia y antimateria

Una de las propiedades más notables de nuestro Universo es la asimetría entre materia
y antimateria. Se pensaría que el Universo debería tener igual cantidad de protones
que de antiprotones, y de electrones que de positrones; sin embargo, parece que ése
no es el caso. No hay pruebas de la existencia de cantidades apreciables de antimateria
(materia formada por antiprotones, antineutrones y positrones) en algún lugar del
Universo. Las teorías del Universo primitivo deben explicar este desequilibrio.
Hemos mencionado que la mayoría de las teorías de gran unificación incluyen la
violación del número bariónico a energías en las que convergen las interacciones
fuerte y electrodébil. Si la simetría partícula-antipartícula también se viola, contaremos
con un mecanismo para hacer más quarks que antiquarks, más leptones que antileptones,
y al final, más materia que antimateria. Un problema grave es que cualquier
asimetría que se cree en esta forma durante la era de gran unificación, se borraría por
la interacción electrodébil después de terminar esa era. En ese caso, debe haber algún
mecanismo que produzca asimetría partícula-antipartícula en un momento posterior.
El problema de la asimetría de materia-antimateria todavía está bastante abierto.

Esperamos que esta descripción cualitativa le haya proporcionado a usted un indicio
de las relaciones estrechas entre la física de partículas y la cosmología. Todavía quedan
muchas preguntas sin respuesta, en este activo campo de investigación. ¿La densidad
de energía del Universo es igual a pc·c^2, o hay diferencias pequeñas, pero importantes?
¿Qué es la energía oscura? ¿La densidad de la energía oscura ha permanecido constante
en la historia del Universo o ha cambiado? ¿Qué es la materia oscura y por qué
es tan difícil detectar por otros medios que no sean la fuerza gravitacional? ¿Qué sucedió
durante los primeros 10^-43 s después del Big Bang? ¿Podemos tener pruebas
para que las interacciones fuerte y electrodébil sufran una gran unificación a altas
energías? La búsqueda de respuestas para estas y muchas otras preguntas acerca de
nuestro mundo físico continúa siendo una de las aventuras más estimulantes de la
mente humana.


44.21 Este mapa en falsos colores muestra la radiación de microondas en todo el cielo
que se formó como un óvalo. Cuando esta radiación fue emitida 380,000 años después
del Big Bang, las regiones indicadas en azul eran un poco más frías y más densas que
sus alrededores; dentro de esas regiones se formaron las galaxias, incluyendo la Vía
Láctea, de la cual es parte nuestro Sistema Solar, nuestro planeta y nosotros mismos.


viernes, 14 de agosto de 2015

El absurdo de la vida y mis hijos


Hoy, un lector me ha comentado en una entrada sobre la incongruencia entre mi filosofía de la vida, y el hecho de que haya tenido hijos. Y es una buena observación, por eso creo que merece la pena que aclare el asunto en esta entrada.

El comentario en concreto ha sido el siguiente:

Rolando13 de agosto de 2015, 22:51

Samu: ¿Después de tener a tu última hija te diste cuenta del absurdo y sinsentido de la vida?, porque el hecho de que hayas tenido hijos demuestras que eres un inconsecuente, ya que en el tema del Absurdo II dices:"Porque, si tengo que creer en algo, es en que mis bisabuelos tuvieron una breve existencia, que lucharon y cumplieron con un absurdo y sinsentido objetivo biológico, y que volvieron al descanso de la nada de la que nunca debieron haber salido.".

La respuesta que me gustaría expresaros a todos (no sólo a Rolando) es la siguiente:

Sin duda mi conducta es contradictoria con mi filosofía (no lo niego), pero es que el hombre no es tan libre de actuar como nos suele parecer. Yo veo también absurdo respirar oxigeno continuamente por dos orificios en mi nariz, y tener que comer otros animales para mantener mi estructura orgánica con vehemencia para seguir vivo; pero es que yo no puedo no respirar o no comer: no soy libre de querer dejar de ser, porque no soy libre para querer lo que quiero, sino para hacer aquello que me alivia el dolor (o me da placer). Si no como, sufro, así que me alimento aun siendo absurdo el acto de aniquilar e introducir dentro de mi por un tubo (la traquea) otro ser vivo, pero repito, aun así lo hago y no puedo no hacerlo (ni siquiera puedo no querer hacerlo, y me encanta comer, siendo un placer para mí). Con los hijos me ocurrió algo parecido: simplemente NO pude evitar tenerlos, y no puedo explicar racionalmente bien el porqué. Simplemente NO pude NO procrear, como no puedo no respirar, o no querer comer o beber.

Y a pesar de todo, no me arrepiento, porque, de hecho, no puedo arrepentirme. Es tal el amor que la naturaleza me obliga a sentir por mis hijos, que no puedo más que dedicar toda mi vida a su cuidado y crianza. ¿Para qué?, me puedes preguntar. Pues para nada esencialmente hablando, pero no tengo otra elección, nací hombre y como tal actuaré y sentiré hasta el fin de mis días.

Y es que, el hecho de que alguien sea más o menos libre para filosofar y racionalizar el mundo a su manera, no implica que sea libre para actuar o decidir del mismo modo. Es de sobra conocido que se han descubierto, en estudios neurológicos, evidencias que apuntan a que la mayoría de nuestros actos y decisiones son llevados a cabo por procesos neuronales inconscientes (heurísticos).

La inconsistencia que Rolando detecta entre mi filosofía y mis actos es sin duda cierta, pero es que no puede ser de otro modo ya que, a pesar del hecho de ser yo un nihilista convencido, no puedo (no puedo querer, ni siquiera quiero poder querer) dejar de ser un hombre y vivir como un hombre y sentir como un hombre: así que como, bebo, respiro, realizo sexo todo lo que puedo, y así me dejaré llevar por mi hedonismo hasta que dentro de un par de décadas o tres me llegue la hora de desaparecer completamente. ¿Absurdo? ¡Sin duda! Pero es que la vida del hombre es absurda por naturaleza, y yo sólo soy un hombre.

Si se piensa bien, cualquier intento de rebeldía racional contra lo que es nuestra esencia natural (inconsciente), siempre va a resultar un pretendido acto inútil (vencido de antemano), que sólo servirá para añadir más dolor y sufrimiento a nuestra breve existencia. Y es un acto inútil porque, sean cuales sean nuestros actos, serán todos olvidados en muy poco tiempo; así que para qué luchar para nada, por nada, ni por la nada. Dejémonos transcurrir por este extraño río de la vida de la manera menos onerosa posible, y esperemos nuestra pronta llegada a la desembocadura de la nada mientras experimentamos el viaje en la manera que mejor podamos. El fin será el mismo.

Un saludo a todos.