sábado, 30 de septiembre de 2017

"Madre!" (Darren Aronofsky)



Anoche fui a ver la película "Madre!", del director Darren Aronofsky. La película es sin duda muy controvertida, llena de fuertes escenas explícitas bastante desagradables; pero es también el tipo de film que no deja indiferente a nadie y que te permite debatir luego con los amigos durante horas sobre la  verdadera interpretación de sus metáforas. Y eso a pesar de que ya hay explicación "oficial" en palabras del propio director, el cual nos dice que: "Madre!" es una historia sobre la Madre Naturaleza — Jennifer Lawrence— contada a través de sus ojos, y donde se emplea la Biblia únicamente como estructura para narrar la historia, y no como elemento clave a nivel argumental.

Y ciertamente no cabe duda de que el autor pretende realizar una reflexión sobre los estragos que la estupidez humana (ese narcisista y obsesionado Homo Sapiens Sapiens, metafóricamente interpretado por Javier Bardem) inflige sobre la Madre Tierra; siendo que al final la cinta termina con un giro argumental cíclico en el que se observa como todo el proceso acaba tal como empieza enseñándonos las mismas escenas iniciales de la película.

Pero sea como fuere, y a pesar de esta explicación oficiosa, ciertamente cada cual es libre de dar una interpretación más libre (o profunda) al sentido de esta obra. Es algo que muchos (críticos y aficionados) están haciendo (los hay que incluso apelan a que Darren Aronofsky se limita a hacer  un personal análisis del tradicional génesis Bíblico). Y como yo no quiero ser menos (xD), os dejo a continuación mi interpretación particular:

Yo creo que el personaje de Javier Bardem representa a la esencia de nuestro mundo -algo con lo que muchos críticos concuerdan en la red-, se trataría no pues de una representación metafórica del hombre en sí, sino de la interpretación del Creador mismo: un Ente ofuscado y fascinado en el propio acto de concebir y engendrar realidades en las que luego se ve inmerso y que se encarga de experimentar. Se trataría de un Dios necesitado de amor y compañía, un solitario (y quizás atormentado) Ser encargado de crear primero un lugar donde depositar su "obra" histórica (esa Madre Naturaleza que literalmente se la ve aparecer de la nada al inicio de la película -y al final de la misma), y a la cual utiliza luego para saciar su Carencia desplegando y liberando en ella toda su desbocada creatividad.

Sin embargo esta eterna e insaciable Deidad siempre termina plasmando irremediablemente parte de su esencia egoísta y destructiva en todo aquello que genera; condenando así invariablemente a priori toda su perpetua iteración creativa. La escena final del film, de hecho, esa que une las primeras escenas de la película con las últimas, se puede interpretar sin duda como el proceso que la moderna cosmología denomina Big Bang: una gran bola de fuego creadora del Universo. De este modo, cada intento que el Creador realiza por colmar su desesperación existencial e intemporal supone una historia evolutiva cósmica distinta, iniciada a partir de un violento acto originario sentenciado constantemente a terminar de igual manera.

Pero la Divinidad sufre aterrada ante sus límites; ante la imposibilidad de lograr idear la manera de engendrar una existencia que no muestre lo negativo de su dicotomía esencial. Y no importa cuánto lo intenta, finalmente el contenedor en que debe basarse para plasmar su sustancia (la Naturaleza) acaba inexorablemente auto-destruyéndose; lo cual hace que  cualquier realidad diferenciada no sea más que un acto condenado desde el principio al desastre; un ciclo más dentro de una infinita lucha esencial por conseguir un fin que ya sabe que no es posible llevar a cabo.

Por lo tanto nosotros, hijos de Dios, no seríamos más que otro ingenio dentro de este interminable proceso; otro mero intento que lleva (como no puede ser de otra forma) en sus entrañas el carácter dual del Hacedor: como Él adoramos y necesitamos experimentar la existencia, pero al mismo tiempo no podemos evitar destruirla por el simple hecho de ser. Finalmente nuestros descendientes más lejanos acabarán consumiendo la poca energía libre que le quede al mundo...concluyendo así con su muerte térmica el ciclo en que nos encontramos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"El hombre es un átomo irrisorio perdido en el cosmos inerte y desmesurado, sabe que su febril actividad no es mas que un pequeño fenómeno local, efímero, sin significación y sin sentido. Sabe que sus valores no le sirven más que a él, y que, desde el punto de vista sideral, la caída de un imperio, o incluso la ruina de un ideal, no cuenta más que el hundimiento de un hormiguero bajo el pie de un paseante distraído.

De esta forma, no tendrá otro recurso más que aplicarse en olvidar la inmensidad bruta, que le aplasta y le ignora. Repudiando el vértigo estéril de lo infinito, sordo al aterrador silencio de los espacios, tratará de volverse tan incósmico como inhumano es el universo; bravamente replegado sobre sí mismo, se consagrará humildemente, terrestramente, humanamente, a la realización de sus mezquinos designios, en los que fingirá poner la misma seriedad que si apuntasen a fines eternos".

Jean Rostand.


Ha sido leer esto y acordarme de este blog. Un saludo.

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